Km.5 Hablamos con Gema Palacios y sus Treinta y seis mujeres, 2016, El sastre de Apollinare

Foto de Inés Martínez


KM0: ¿Por qué treinta y seis?, ¿quiénes son esas mujeres?

Gema: La idea proviene de un cuadro de Max Ernst titulado Treinta y tres muchachas salen a cazar la mariposa blanca. De ahí nació un poema breve, que es precisamente el que cierra el libro, en el que traté de definirme con los versos siguientes: “Treinta y seis mujeres salvajes/ tiñen mis piernas tañen mis goznes / yo no tengo autor”. No sé por qué treinta y seis y no treinta y tres. Tal vez es una mera cuestión fonética. Tal vez buscaba, inconscientemente, otro nuevo guiño a Pizarnik, ya que se quitó la vida a los treinta y seis. Luego, al contar los poemas que formaban parte del libro, me di cuenta de que el número volvía a repetirse: hay treinta y seis poemas que hablan de treinta y seis mujeres que podrían ser la misma. O no.

KM0: ¿Nos puedes explicar la estructura del poemario? ¿por qué elegiste partes del cuerpo? ¿Qué son las palabras-palmas de la mano, los labios precipicio y los ojos horizonte?

Gema: La idea parte de la poeta rusa Marina Tsvietáieva, creadora del término “palabras-palmas de la mano” en una carta amorosa que dirige a un editor del que está enamorada. Esas palabras-palmas de la mano son aquello que tiende hacia el otro para saber más de él, para ir en su búsqueda. Son interrogantes no exentos de angustia, un intento de hallar respuestas y no encontrarlas en las líneas de la mano, donde es observable la vida. Así, en estos poemas de la primera parte del libro todo es pregunta. No hay ninguna certeza.

A partir de este término se me ocurrió imaginar otros dos que me sirvieran para repensar cuál era el recorrido que había seguido en el libro. Todos nacen de partes del cuerpo porque mi escritura tiene mucho de corporal. En la segunda parte, “labios precipicio” aparece el amor, y con él, la escritura. El poema Alumbramiento trata de crear un paralelismo entre la creación artística y el enamoramiento: inventas a la persona de la que te enamoras porque proyectas sobre ella tus deseos íntimos. Todos estos poemas o muchos de ellos están inspirados en obras pictóricas o musicales, son un intento de decir con otro ritmo, de otra manera.

“Ojos horizonte” es la llegada a la calma, a la serenidad. La serie Simetrías traza un hilo entre Francesca Woodman (fotógrafa) y Alejandra Pizarnik (poeta), pues ambas compartieron un equilibro dudoso entre la vida y la muerte. Resulta verdaderamente asombrosa la correspondencia que existe entre las composiciones de estas dos mujeres. Finalmente, incluí en esta parte una suerte de epílogo titulado El lugar para ser, en el que se vuelve al silencio del que se partía al principio. Aunque esta vez es un silencio escogido, de quien sabe que no debe decir más, al menos durante un tiempo.

KM0: Como norma general he detectado que a lo largo del libro se repite el recurso de la paradoja ¿Es intencionado? Por ejemplo: “Cuando pronuncio”, “tu no perfume tu no presencia”.

Gema: La paradoja refleja ese intento de expresar algo y no conseguirlo, es un columpiarse en el abismo. En este poemario es tan importante lo que dices como lo que callas. En el fondo no es más que el duelo constante de quien escribe.

KM0: El vacío y la soledad se reflejan en muchos de tus poemas, a veces con cierta resignación, me pregunto si de alguna manera los vinculas a las 36 mujeres o a la figura general de la mujer, o si se trata más bien de una situación personal.

Gema: En este caso creo que es una visión personal, una forma de percibir el mundo. La soledad y el vacío son esencialmente los temas de los que ha tratado mi escritura hasta ahora.

KM0: Sueles hablar en primera persona y tus poemas parecen un monólogo, pero en ocasiones te diriges a un tú y muchas veces lo haces mencionando a la poesía o a la palabra como si ese tú fuera casi un personaje de ficción: “Donde empieza la palabra te apareces, quiero dejar de escribir sin dejar de crearte”,”eres una palabra que no inventé yo”. ¿puedes darnos alguna pista?

Esos poemas se dirigen a un tú que es un yo, es el doble al que estoy interrogando para saber otra vez cómo decir. Hay poemas que sí están destinados a un tú concreto con el que dialogo porque quiero compartir mi búsqueda a través de la palabra. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones, ese tú es también la propia literatura.

KM0: ¿Es un libro feminista o femenino?

Gema: Creo que es un libro feminista porque reivindica la escritura de la propia vida, una escritura que nace de la intimidad y se enuncia desde esa posición. Creo en el igualitarismo y por eso veo necesario un reclamo: el de que las mujeres recuperen la voz. En cuanto a femenino, por supuesto que es femenino si con eso queremos expresar que profundiza en temas que generalmente se han asignado a la mujer, como pudiera ser el erotismo, pero la cuestión que deberíamos plantearnos es si existe una escritura femenina como tal y si es así, en qué se diferencia de la masculina. Yo no lo tengo tan claro. Siempre he querido que mi escritura fuera transparente, andrógina.

KM0: ¿Quiénes son las mujeres con platos en los labios?

Gema: Son las mujeres Mursi, pertenecientes a una tribu africana, a las que se somete tradicionalmente a un ritual que resulta una tortura por una cuestión estética. Las descubrí que vi en una exposición de un fotógrafo, Sebastiao Salgado. El poema está escrito durante un viaje a Granada en autobús; el paisaje que veía a través de la ventana me recordaba mucho a África y pude imaginar a una de esas mujeres con un plato en los labios cruzando la carrera, arrastrando a cuestas su dolor.

KM0: Hemos echado cuentas y hay una gran equidad a la hora de mencionar referentes masculinos y femeninos en el libro, 6 son hombres y 7 son mujeres, y no todos son escritores, también hay artistas plásticos y visuales como Woodman, klee y Munch, ¿hay alguna razón intencionada en esta equidad?, ¿cómo te influyen para escribir otros artistas?

Gema: Lo cierto es que no había reparado en ese equilibrio entre autores y autoras, sólo es una hermosa casualidad. Siempre me han influido tanto ellos como ellas, por lo que no me parece extraño que haya sucedido. Como ya he mencionado antes, otros artistas como pintores, fotógrafos o músicos me interesan en la medida en que buscar expresar lo mismo con otros lenguajes, de manera que investigar y disfrutar de ellos enriquece la experiencia de la escritura.

KM0: Este es tu tercer libro, ¿cómo crees que difiere “Treinta y seis mujeres” de “Compañeros del crimen” y “Morada y plata”?

Gema: Morada y plata es un primer libro que se caracteriza por el ímpetu, el torrente verbal. Me resulta lejano pero no reniego de él; la escritura es un proceso de aprendizaje, y aquellos primeros tanteos poéticos hicieron su papel.

Compañeros del crimen y Treinta y seis mujeres están más próximos, son libros en los que hay un gran trabajo detrás. Para mí son hijos distintos porque en cada uno persigo una cosa distinta: Compañeros es el libro de la locura, mientras que Treinta y seis mujeres es el libro de la conciencia literaria.

KM0: Sabemos que eres poeta, ¿tienes en mente escribir alguna obra de otro género?

Sí, me gustaría escribir algo diferente, ya no un poemario sino una obra sin género, híbrida, en la que todas las formas tengan cabida. Pero eso es un proyecto a largo plazo, sin fecha por ahora.

KM0:¿Cuáles son tus planes de futuro profesional y poéticamente?

Gema: Este año empezaré el doctorado en Estudios Literarios, y con suerte, dedicaré los próximos años a la escritura de mi tesis y me dejaré la piel para conseguir una beca. Poéticamente, todavía no tengo nada cerrado. En este momento me apetece indagar en la forma del verso, decir más cosas con menos palabras. Mis ritmos son otros, ahora necesito volver al poema una y otra vez hasta poder decir: ya está, lo he terminado.
Km.5 Hablamos con Gema Palacios y sus Treinta y seis mujeres, 2016, El sastre de Apollinare Km.5 Hablamos con Gema Palacios y sus Treinta y seis mujeres, 2016, El sastre de Apollinare Reviewed by Clara C. Scribá on 14:40 Rating: 5

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